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Primera Expedición Misionera de las Hijas de María Auxiliadora

Este año, se cumplen 178 años, de la primera expedición misionera de las Hijas de María Auxiliadora (FMA) a América, específicamente a Uruguay. Este acontecimiento marcó un hito en la historia del Instituto, fundado apenas cinco años antes, en 1872.


Seis jóvenes misioneras, con edades entre los 17 y 25 años, emprendieron esta travesía llena de incertidumbre, sin conocer el idioma ni lo que encontrarían al otro lado del océano. Sin embargo, llevaban consigo una certeza inquebrantable: el Señor las enviaba y otros patios las esperaban para compartir el carisma de Don Bosco y Madre Mazzarello.


El día de la partida, Don Bosco y Madre Mazzarello las acompañaron hasta el puerto de Génova para despedirlas. La emoción era inmensa: el viaje sería largo y difícil, sin los medios con los que contamos hoy. Pero su único propósito era claro: formar “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, como querían Don Bosco y Madre Mazzarello.


Antes de zarpar, las misioneras recibieron la bendición del Papa Pío IX, así como la despedida y el apoyo de Don Bosco y Madre Mazzarello. En ese momento, Don Bosco les entregó un cuadro de María Auxiliadora, que él mismo había mandado pintar, y les dijo:

“Llevadlo siempre, y que la Virgen os bendiga y os acompañe en el largo viaje y en vuestra misión.”

Este cuadro, que aún se conserva en la Capilla de Villa Colón en Uruguay, ha sido testigo de numerosos milagros. Uno de los más recordados ocurrió mientras el pintor trabajaba en él.


El artista enfermó gravemente de la vista y temía no poder terminarlo a tiempo. Desesperado, acudió a Don Bosco, quien, tras escucharlo, tomó su mano, lo ayudó a mover el pincel y lo bendijo, invocando a María Auxiliadora. El pintor, sorprendido, exclamó:

“Parece que estoy recuperando la vista, creo que podré continuar pintándolo y tenerlo para la fecha.”

Desde entonces, este cuadro ha sido un símbolo de protección y auxilio para las FMA y para todos los que lo contemplan. Las hermanas afirman que el Niño Jesús en la pintura es especial:

“Tiene los brazos abiertos, nos acoge y nos sonríe. Solo debemos dejarnos acoger y recibir su sonrisa. La Virgen nos acompaña y está siempre con nosotras, como luz y auxilio potente.”

Seguimos recordando con gratitud a aquellas primeras misioneras y rezamos por las vocaciones misioneras, para que más corazones generosos sigan llevando el mensaje de amor y esperanza a todo el mundo.

 

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