
En esta Cuaresma, enriquecida por la gracia del Año Jubilar, quiero compartir algunas reflexiones sobre el significado de caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige, tanto de manera personal como comunitaria.
El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, nos recuerda el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo: el arduo camino de la esclavitud a la libertad. No podemos evocar este éxodo sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de la miseria y la violencia en busca de una vida mejor. Esta realidad nos interpela y nos llama a la conversión. ¿Cómo nos dejamos tocar por esta condición de peregrinos?
La vocación de la Iglesia es caminar en comunión, ser sinodales. Nos dirigimos hacia la misma meta, escuchándonos con amor y paciencia en la familia, en el trabajo, en la vida cotidiana. La conversión implica aprender a caminar juntos, reconociéndonos como hermanos.
La esperanza en Dios no defrauda (cf. Rm 5,5). Confiamos en su gran promesa: la vida eterna. Esta es la tercera llamada a la conversión. Preguntémonos: ¿Creo realmente que Dios perdona mis pecados, o actúo como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación y busco la ayuda de Dios para alcanzarla? ¿Vivo la esperanza de manera concreta, comprometiéndome con la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, sin dejar a nadie atrás?
Entrar en Cuaresma es inaugurar un tiempo fuerte de penitencia y conversión. Es una oportunidad para salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, prejuicios e intereses, y abrirnos al encuentro con el otro.
Es el momento de afrontar nuestra realidad personal y dejarnos iluminar por la Palabra de Dios: reconocernos, aceptarnos y convertirnos. Es tiempo de sintonizar nuestro corazón con el de Dios, practicando la compasión que nos hace hermanos.
En Cuaresma, estamos llamados a vaciar nuestras manos, a renunciar a lo que nos esclaviza, a liberarnos para poder abrazar. Es un camino que no recorremos solos, sino con otros creyentes que buscan a Dios siguiendo a Jesús en Espíritu y en Verdad.
¡Buen camino de Cuaresma!
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